Los sotos o bosques de ribera son formaciones arbóreas muy diversas, con el
común denominador de estar establecidas en los rellanos de fondos de valle, con
acumulaciones de suelos aluviales, generalmente más fértiles que los del resto
del parque y con humedad continua, proporcionada por la proximidad de las aguas
freáticas ocupando en conjunto cerca del 6% de la superficie de la casa de Campo
En
estas situaciones se desarrollarían tipos de vegetación dominados por árboles
frondosos de hoja generalmente plana y caduca, como son las fresnedas y
las antiguas olmedas, choperas y saucedas y, potencialmente, las alisedas.
De las formaciones más próximas a los cursos de agua, en sus mismas orillas, quedan restos alterados. Entre ellos se cuentan retazos de saucedas, constituidos por varias especies de sauces, sargas y mimbreras (Salix alba, Salix cinerea, Salix fragilis, Salix purpurea), las más intensamente intervenidas por el hombre mediante ocupaciones, cultivos intensos y alteraciones de los cursos de agua a lo largo de la historia. En zonas de este tipo en la Casa de Campo, concretamente en las proximidades del Manzanares y del arroyo Meaques, hay huellas de asentamientos humanos desde la prehistoria.
Cerca de la confluencia de estos dos cursos se edificó la Casa de Vargas.
Pero uno de los elementos más frondosos de las riberas, la aliseda, ha desaparecido completamente.
Quedaban pequeños testigos de esta formación en el Arroyo de
Pozuelo, al norte del parque, antes de la "avenida del año 1995 y de las obras
realizadas para fijar su nuevo cauce. El aliso (Alnus glutinosa) debería
recuperar su papel como árbol principal de las orillas de algunos cauces con
curso de agua de continuidad asegurada.
Otro elemento de las riberas que se encuentra en el parque es el taray, es
arbusto con follaje de aspecto plumoso, relativamente abundante en las riberas
movedizas del Manzanares. En el borde de lo que fue estanque de patinar, ahora
una explanada desecada próxima al lago, queda un gran ejemplar de dos siglos y
medio de edad, con 12 metros de talla, como testigo del antiguo
encharcamiento.
Algo más alejadas de las orillas de ríos y arroyos se extendían las alamedas,
dominadas por especies del género Populus, los llamados chopos o álamos blancos
(populus alba), de corteza clara y follaje blanquecino por el envés) y álamo
negro (populus nigra), de follaje más verde y corteza negruzca.
.El follaje de
los álamos en otoño toma un hermoso color amarillo que contrasta con los tonos
más acres o rojizos de otras especies o con los verdes sempiternas de pinos y
encinas. De las copas de los ejemplares femeninos se desprende en primavera una
densa lluvia, o mejor nevada, de copos blancos.En los troncos de los chopos
crece una seta típica, Agrocybe aegerita, muy estimada como
comestible y buscada por los aficionados.
Aún cerca de los cauces, pero extendiéndose por sus laderas, la olmeda constituía la formación arbórea más majestuosa. En efecto el olmo, Ulmus minar, formaba los bosquetes más frescos y umbríos, casi totalmente desaparecidos en los últimos años por los ataques de una enfermedad -provocada por el hongo Ceratocystis ulmi-
Quizá la especie arbórea más representativa de los viejos sotos del parque sea el fresno, Fraxinus angustifolius, que se mezcla con las formaciones anteriores y es capaz de penetrar en las zonas bajas del encinar. Es un árbol de tronco grueso y copa amplia, cuyo follaje y ramón se han utilizado tradicionalmente como forraje para el ganado. Para este aprovechamiento eran sometidos a una intensa poda, quedando sus troncos desmochados, engrosados al fin por las cicatrices y los rebrotes de las ramas cortadas. Muchos de los fresnos de la Casa de Campo muestran haber sido "trasmochos" anteriormente. Quedan buenos ejemplares de la especie en toda la zona baja del parque, especialmente a lo largo del valle del Meaques. En El Zarzón, al suroeste del parque, hay ejemplares notables por su porte y sus dimensiones, alcanzando 24 metros de altura con troncos de más de 4 metros de circunferencia.